Un día como hoy pero de 1919, nace María Eva Duarte, «Evita».

Eva Duarte nació en la localidad bonaerense de Los Toldos el 7 de mayo de 1919. Fue actriz e incursionó en la radiofonía de la época hasta que en 1944 conoció al general Juan Domingo Perón, con quien se casaría poco después. A partir de ese momento comenzó a desarrollar un papel fundamental en la escena política argentina.

Mucho se ha hablado de Eva Perón, su infancia y sacrificio social y político. La cerrazón post Revolución Libertadora (o fusiladora como algunos prefieren llamar) celebró el cancer y destruyó los recursos y ámbitos de su descomunal obra. Donde hay una necesidad hay un derecho. Mal que les pese a ese liberalismo gorila que no para mientes en negar que las diferencias sociales son producto de una discriminación elitista, egoísta y terraplanista.
Uno de sus logros más destacados fue la promulgación de la ley de sufragio femenino, en 1947. El 9 de septiembre de ese año, se sancionó la Ley N.º 13.010, también conocida como «la Ley Evita» que le daba el derecho y habilitaba a todas las mujeres de la Argentina a votar. Este fue, además, el primer paso para la incorporación formal de las mujeres en el ámbito político.
“Nuestra voz ha sido escuchada. Gracias a la revolución y a nuestro líder se han reconocido al fin los derechos políticos que durante tanto tiempo nos fueron negados. Ahora podemos votar. Mujeres compatriotas, amigas mías, ¡sepamos también votar!”, Eva Perón. Mi mensaje, escritos y discursos.

Con esta ley, su liderazgo político se proyectó a nivel nacional. Se creó el Partido Peronista Femenino, fundado el 29 de julio de 1949 en el marco de la primera asamblea organizativa del Partido Peronista, un partido de integración social, que buscaba incluir a un grupo específico y constituir una respuesta político organizativa al desarrollo de las políticas de masas.
Ser mejores significa tomar los grandes ejemplos, procurar imitarlos pero fundamentalmente no permitir que se transformen en recursos para la manipulación intencionada de ese progresismo apátrida, que no es más que la otra cara de la misma moneda imperialista.

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