Para reforzar el compromiso impulsado por la Resolución (A/RES/317(IV) de Naciones Unidas de 1949, el equipo de trabajo sobre Esclavitud de la ONU recomendó en 1985 que el 2 de diciembre fuera proclamado “Día Mundial para la Abolición de la Esclavitud” en todas sus formas. Por ello, de 1985 a 1994 se celebró el “Día Mundial contra la Esclavitud” y en 1995 pasó a denominarse “Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud”.

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Hoy existen diferentes métodos que esclavizan, someten y oprimen a las personas. Estas prácticas son tan aberrantes como las del pasado. Trabajo forzado, trabajo infantil, explotación sexual, trata de personas, matrimonios forzados, el reclutamiento de niños-soldados, entre otros, son algunas de lo que se considera dentro de la concepción de “esclavitud moderna”.

Según las últimas estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el trabajo forzoso y el matrimonio forzado han aumentado considerablemente en los últimos cinco años. En 2021 había 10 millones más de personas en situación de esclavitud moderna en comparación con 2016, lo que eleva el total a 50 millones en todo el mundo. Las mujeres y los niños siguen siendo desproporcionadamente los más vulnerables.

A pesar de no estar definida en la ley, la esclavitud moderna se utiliza como un término general que abarca prácticas como el trabajo forzoso y el matrimonio forzado. Hace referencia a situaciones de explotación de las que una persona no puede escapar debido a amenazas, violencia, coerción, engaño o abuso de poder.

La esclavitud moderna se da en casi todos los países del mundo, y traspasa todas líneas étnicas, culturales y religiosas. Más de la mitad (el 52%) de todos los trabajos forzados y una cuarta parte de todos los matrimonios forzados se encuentran en países de renta media-alta o alta.

La OIT adoptó un nuevo Protocolo legalmente vinculante diseñado para reforzar la lucha contra el trabajo forzoso en todo el mundo, que entró en vigor en noviembre de 2016.