Un día como hoy pero de 1955 – Imponente manifestación por Corpus Christi; Perón culpa a los católicos por la quema de una bandera nacional.

Los Incidentes de junio de 1955 en la Catedral de Buenos Aires ocurrieron el día 11 de junio, en que una multitud se reunió frente a esa iglesia mientras en su interior se realizaba la procesión de Corpus Christi en un acto de clara intencionalidad política al que siguió una manifestación hasta el Congreso y el día 12 cuando grupos peronistas de la Alianza Libertadora Nacionalista intentaron quemar dicho templo, frustrándose por la llegada de trescientos militantes de Acción Católica, más algunos miembros de la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios, democratacristianos y gente sin afiliación a agrupaciones. La convocatoria estuvo orquestada por monseñor Manuel Tato.
La Procesión de Corpus Chisti es un acto de fe pública realizado todos los años en la Plaza de Mayo. Corpus Christi’ (en latín, «Cuerpo de Cristo») o Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, antes llamada Corpus Domini («Cuerpo del Señor»), es una fiesta de la Iglesia católica destinada a celebrar la Eucaristía. Su principal finalidad es proclamar la fe de los católicos en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía.
Como se acercaba el jueves 9 de junio en que se celebraba la fiesta de Corpus Christi, la Iglesia -sin ninguna ingenuidad- resolvió postergar la celebración para el sábado 11. Inmediatamente el gobierno informó al obispo Manuel Tato que las autorizaciones para hacer las procesiones habían sido concedidas para el día 9 y además emitió un comunicado en tal sentido. La noche del 10 militantes católicos concurrieron a las cines, sacaban entradas y al prenderse las luces unos repartían volantes convocando a la procesión en tanto otros obstaculizaban a quienes pretendieran perseguirlos. Una multitud colmó la Catedral y ocupó la Plaza de Mayo adyacente. La procesión se realizó dentro del templo y al finalizar los obispos Tato y Antonio Rocca salieron al balcón de la Curia y fueron largamente ovacionados.

Félix Luna observa que inicialmente el conflicto del gobierno con la Iglesia no preocupaba demasiado a los dirigentes de los principales partidos opositores: a los radicales les parecía que era una maniobra de Perón que finalizaría con una resonante reconciliación y los socialistas, lejanos políticamente tanto del gobierno como de la Iglesia, veían publicada en su periódico en diciembre de 1954 la caricatura de un obispo bailando con un militar.

Perón dispuso que no actuara la policía, confiando que los propios asistentes católicos impidieran la concurrencia de antiperonistas. Lo cierto es que al acto del 11 de junio concurrieron católicos –tanto los activos como los nominales que nunca asistían a la iglesia- pero también opositores de todo el espectro ideológico. A continuación del acto, una manifestación se encaminó por la Avenida de Mayo hacia el Congreso Nacional. Desde ella hubo algunas piedras contra los diarios oficialistas La Prensa,(que había sido expropiado por Perón) Época, Democracia y El Laborista ubicados en su camino, pero que no llegaron a producir ningún daño, ni siquiera a los vidrios. La manifestación desde plaza de Mayo hasta la plaza del Congreso se hizo en un profundo silencio, solo se agitaban pañuelos blancos. Al llegar al Congreso se izó la bandera nacional en un mástil y en otro se izó la Bandera del Vaticano- No se produjeron daños a los edificios ni hubo incidentes. Se gritaba a unísono: «No venimos por decreto ni nos pagan el boleto».
El mismo día 11 el gobierno acusó a los manifestantes, además de por los daños, de haber quemado una bandera argentina y se abrió una investigación judicial.

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