Un día como hoy pero de 1820 – Muere el Gral. Manuel Belgrano, uno de los próceres de la independencia de Argentina y creador de la bandera nacional.

EN SU DECALOGO DICE: «Un espíritu nacional, que les haga preferir el bien público al privado, y estimar en más la calidad de americano, que la de extranjero.»

En agosto de 1819, ya afectada su salud, Belgrano pide licencia por enfermedad, que se le concede un mes después. El 10 de septiembre de 1819, ante su ejército, pronuncia su arenga de despedida:

“(…) Me es sensible separarme de vuestra compañía, porque estoy persuadido de que la muerte me seria menos dolorosa (…) Pero es preciso vencer los males que me aquejan y volver a vencer con vosotros a los enemigos de la patria que por toda parte nos amenazan (…) Nada me queda más que deciros, sino que sigáis conservando el justo renombre que merecéis por vuestra virtudes, cierto que con ellas daréis glorias a la Nación, y corresponderéis al amor que os profesa tiernamente vuestro General (…)”.

Llega  a Tucumán y se instala en La Ciudadela en búsqueda de la recuperación de su salud. No lo conseguirá.

“El General Belgrano muere pobre rodeado de religiosos Dominicos y el Doctor Joseph Redhead en 1820”. Óleo sobre tela del año 1947, del pintor, escultor y restaurador Tomás Ignacio del Villar (1911 – Buenos Aires – 1969). Se exhibe y conserva en el Complejo Museográfico Provincial “Enrique Udaondo”, Lujan – Provincia de Buenos Aires.

Sucede entonces que muchos de sus antiguos camaradas y políticos lo desconocerán y le retiraran el saludo; las autoridades le negarán los recursos pecuniarios para su sustento y regreso. “(…) Sus mejores amigos se ocultan para librarse de las persecuciones (…) Apenas si sus fieles ayudantes, su amigo Balbín y su abnegado medico Redhead le cuidan y ayudan (…)”. Tristemente dejara la ciudad “(…) a la que quería como su propio país (…)”, acompañado por su médico personal, su capellán y dos ayudantes, quienes le prodigaran toda clase se cuidados.

Durante su viaje a Buenos Aires intentaran arrestarlo y hasta someterlo con grilletes. Será un regreso marcado por la infamia, los vejámenes y las desconsideraciones. En marzo de 1820 arriba a Buenos Aires, y después de una breve estadía en la quinta familiar en San Isidro, se instala en su casa paterna.

FALLECIMIENTO, INHUMACIÓN Y LÁPIDA

Dice Felipe Pigna en El historiador: “El 25 de mayo dicta su testamento, y a las siete de la mañana del 20 de junio de 1820, diecisiete días después de haber cumplido los 50 años, luego de recibir los auxilios religiosos, fallece en su casa natal, actual Avenida Belgrano 430. Ese día es conocido en nuestra historia como el día de los tres gobernadores, en razón que desempeñaban el gobierno de la provincia de Buenos Aires: el presidente de la Junta de Representantes, Ildefonso Ramos Mejía; el Comandante del Ejército de Campaña, con sede en la villa de Lujan, general Miguel Estanislao Soler; y el Cabildo de Buenos Aires, como Cuerpo Colegiado.”

Según mandato testamentario y disposiciones otorgadas a su albacea su cuerpo fue embalsamado, probablemente a la espera de que el Cabildo de Buenos Aires le brindara las honras que se había propuesto ofrecerle, pero eso no ocurrió.

Sus funerales tuvieron lugar ocho días después, el 28 de junio. Sus restos fueron amortajados con el hábito blanco de la Orden de los Dominicos, pertenecía a la Tercera Orden de Santo Domingo; fue depositado en un ataúd de pino cubierto con un paño negro, y sepultado en el atrio, al pie de la pilastra derecha del arco central del frontispicio de la Basílica de Nuestra Señora del Rosario. Sobre el ataúd se descargó una capa de cal, y la sepultura fue cubierta con argamasa.

La lapida se confecciono con un trozo de mármol o losa enmarcado en madera, proveniente de un mueble – probablemente una cómoda -, de la casa familiar, sobre la cual se tallo la lacónica frase: “Aquí yace el General Belgrano”. Y nada más.

Durante su sepelio no hubo ni formación de tropas, ni discursos, ni gentes, sólo el silencio como homenaje.