Nació en Mendoza el 13 de agosto de 1904. Comenzó su formación académica en el Colegio Nacional Buenos Aires y en 1929 egresó de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires; de inmediato viajó a Francia e Italia para realizar cursos de perfeccionamiento en Pediatría.

Su curriculum vitae informa que fue Decano de la Facultad de Medicina en 1958, y luego vicerrector de la Universidad de Buenos Aires, logrando convertir el régimen masculino de los colegios “Colegio Nacional de Buenos Aires y Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini”, en mixto.​ Esta iniciativa, como tantas otras de su vida, fue resistida y polémica.

Crea el primer laboratorio de Bacteriología Pediátrica, un Centro Audiovisual importante, un pabellón de Psicología con 8 consultorios y una sala de terapia para grupo, un laboratorio de Isótopos reconocido por la Comisión Nacional de Energía Atómica.1​ Crea la residencia de Psicología Clínica.

Hace más de medio siglo dio importancia al aspecto social, fundando la «Escuela para Padres del Hospital de Niños», en su cátedra instituyó el trabajo en terreno para incluir la realidad de las familias asistidas: sus alumnos realizaban trabajo asistencial y comunitario en la isla Maciel.​

Como muestra de la irracionalidad, una vez más, en 1976 se lo cesantea de todos sus cargos.

Su carrera hospitalaria comienza en la Maternidad Samuel Gache del Hospital Rawson, pero su labor descollante transcurre en el Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez, por 45 años ocupó diversos puestos: llegó a ser Jefe de Servicio de la Sala 17 y Director del establecimiento.

Desde ese cargo impuso una reforma para beneficiar la recuperación de los niños: la internación de las madres con los pacientes para mantener el vínculo afectivo.​ Hasta entonces las madres podían visitar a los hijos internados de día, entre las 17 y las 19, luego eran alimentados con mamaderas que colgaban de soportes metálicos sobre las cunas.

Las reformas introducidas y su visión integral del niño permite advertir un avance en la materia que no siempre es interpretado debidamente. Sobre todo ahora que se apunta con el castigo a los niños hasta de 13 años.

Print