En 1945 se radicó en Buenos Aires. A la par de su tarea autoral, se dedicó a las actividades de la organización de los músicos argentinos, SADAIC, de la que fue tesorero muchos años.

Su inventiva literaria confluía en dos actitudes poéticas temperamentalmente opuestas: el romanticismo de Homero Manzi, y el dramatismo sarcástico de Enrique Santos Discépolo. Impuso una renovación formal de expresión, utilizando la técnica del verso libre.

Murió en Buenos Aires el 23 de septiembre de 1987. Su poesía permanece hasta la actualidad y se proyectan hacia el futuro como ícono de la cultura nacional.