
En la política argentina nos encontramos a menudo con escándalos de corrupción, lo que ha llevado a una creciente desconfianza en el sistema político. Estas prácticas han socavado la integridad de nuestras instituciones y han generado un alejamiento entre los ciudadanos y sus representantes, sin embargo, renunciar a la política no es la solución, ya que eso sólo perpetuaría un sistema dañado.

Cuando uno manifiesta su pertenencia a un espacio político, lo primero que uno recoge de su interlocutor es: “son todos delincuentes, para que te vas a meter”, vale recordar como dice nuestra Constitución Nacional en su artículo 22, “el pueblo no gobierna ni delibera sino a través de sus representantes”, estos “políticos” son un el emergente de una sociedad que ha perdido la brújula.
No quiero ser agorero, pero resuenan en mi cabeza las palabras de aquel maravilloso filósofo y psicólogo argentino José Ingenieros, en su obra El Hombre Mediocre, publicado en 1913. El libro explora la idea de la mediocridad en la sociedad y examina las características, actitudes y consecuencias de los individuos mediocres.

Ingenieros crítica y analiza la mentalidad y el comportamiento de aquellos que se conforman con la mediocridad, que no buscan la excelencia ni se esfuerzan por superarse a sí mismos. El autor sostiene que la mediocridad es una característica arraigada en la sociedad, y que su aceptación y promoción conducen a la decadencia y al estancamiento.
A lo largo del libro, Ingenieros destaca cómo la mediocridad se manifiesta en diferentes ámbitos, como la educación, la política, la cultura y la moral. El autor argumenta que el hombre mediocre carece de pasión, curiosidad intelectual y ambición, conformándose con lo establecido, evitando los desafíos y riesgos que conlleva el progreso.
El propósito de “El hombre mediocre” es despertar una conciencia crítica en el lector y motivarlo a romper con la mediocridad, fomentando la excelencia, la superación personal y el compromiso con el desarrollo de la sociedad. El libro plantea la necesidad de buscar la autenticidad, la creatividad y el liderazgo como antídotos para combatir la mediocridad y construir un futuro mejor.

Por lo expuesto anteriormente, y como joven que intenta contribuir con ese antídoto que plantea José Ingenieros en su obra, Me animo a decir que los jóvenes tenemos un papel crucial en la mejora de la política argentina. Nuestra energía, entusiasmo y perspectiva fresca pueden ser una fuerza transformadora. Debemos rechazar la resignación y comprometernos a participar activamente en la política, desde el nivel local hasta el nacional. Al levantar nuestras voces y luchar por nuestros ideales, podemos generar un cambio significativo.
Existe la necesidad de un cambio real, reemplazar simplemente a los políticos actuales por otros nuevos no es suficiente para lograr una verdadera transformación. Necesitamos ir más allá y abordar las estructuras y las prácticas arraigadas que perpetúan la corrupción. Es imperativo promover una cultura política basada en la transparencia, la ética y el compromiso con el bienestar de la sociedad en su conjunto. Solo así podremos romper con el ciclo vicioso de la casta política.

Para lograr un cambio real, los jóvenes podemos tomar diversas acciones. En primer lugar, debemos educarnos sobre nuestros derechos y responsabilidades cívicas. La educación cívica debe ser promovida y fortalecida en las escuelas y las comunidades. Además, la participación en organizaciones políticas juveniles puede ser un vehículo para canalizar nuestro compromiso y trabajar en proyectos que busquen el bien común. Asimismo, debemos promover la transparencia y la rendición de cuentas, exigiendo a nuestros representantes que actúen de manera ética y responsable.
Si no tomamos acción para generar el cambio, estaremos condenados a repetir la historia una y otra vez. En este sentido, es importante destacar que cuando me refiero a los jóvenes, no los veo como sinónimo de inexperiencia y volatilidad, sino como el motor que puede revitalizar a una Argentina que se encuentra oxidada.
Es crucial evitar caer en la soberbia y recordar que la política no comenzó con nosotros. No dejemos que la ansiedad nos transforme en aquello que juramos combatir. No recurramos a tácticas deshonestas ni a los atajos. No seamos los mediocres a los que Ingenieros criticó en su obra. Más bien, seamos el antídoto para combatir la mediocridad y generar un cambio significativo.
Juntos, como jóvenes comprometidos, tenemos la capacidad de impulsar una transformación real en la política argentina. Seamos aquellos que no se conforman con lo que ya está establecido. Nuestra pasión, nuestra ética y nuestro compromiso son las herramientas que pueden marcar la diferencia y construir un futuro mejor para nuestra sociedad.
Enfrentemos los desafíos con determinación y perseverancia. Rechacemos las prácticas corruptas y promovamos la transparencia y la integridad en cada paso que damos. Nuestro compromiso y nuestras acciones pueden ser el antídoto necesario para combatir la mediocridad y allanar el camino hacia una política más justa y honesta.
No esperemos a que el cambio venga de otros. Seamos los impulsores de ese cambio. Tomemos la responsabilidad y el liderazgo para construir una Argentina en la que podamos sentirnos orgullosos. La oportunidad está en nuestras manos.
NOTA DE LA REDACCION: Publicado por prensa regional | Jun 2, 2023 | Opinion, Politica

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