Un día como hoy pero de 1958, el abogado Arturo Frondizi, candidato de la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI, escisión de la UCR), gana las primeras elecciones presidenciales luego del golpe de estado de 1955, que se celebraron con proscripción del peronismo. Frondizi gobernó desde el 1 de mayo de 1958 al 29 de marzo de 1962, cuando fue derrocado por un nuevo golpe de estado.

Algunos historiadores indican que Arturo Frondizi obtuvo la Presidencia de la Nación por su triunfo electoral del 23 de febrero de 1958, porque muchos peronistas, siguiendo las indicaciones de Perón exiliado y proscripto, optaron por la fórmula presidencial de la Unión Cívica Radical Intransigente, que era la fracción radical opositora a la Revolución Libertadora, nombre que se dio así mismo el régimen “de facto” que suplantó al gobierno de Juan Domingo Perón en septiembre de 1955.
El radicalismo en esos años estaba atomizado en multitud de agrupaciones pequeñas sin lograr una firme unidad partidaria, ni acción y coherencia ideológica. Esto último se lo propuso la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (Forja), que con figuras destacadas como Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz o Gabriel del Mazo, por poner algunos ejemplos, intentaron construir una línea de pensamiento que vinculaban al genuino ideario yrigoyenista, desvirtuado por el alvearismo.

¿Se hizo o no se hizo? ¿Se firmó o no se firmó? Que se conversó, no caben dudas. En tal caso, si la firma de Frondizi al pie del escrito era la de él o fue «truchada» es un detalle menor que no contribuye a esclarecer el movimiento silencioso de placas tectónicas que se movían en las profundidades de la sociedad argentina, aspecto central a la hora de entender y comprender, que es la tarea de la historia. Comprender y entender, no juzgar.
Rogelio Frigerio, que se había transformado en el asesor privilegiado de Frondizi, voló a Caracas, donde residía Perón. Al parecer, fue este último el que buscó el acuerdo, dado que, de persistir en el voto en blanco, habilitaba el surgimiento del neoperonismo hambriento de cargos y emolumentos, lo que ponía en riesgo el liderazgo de Perón.

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