Si bien el 19 de mayo no fue una fecha particularmente destacada en la crisis de Alfonsín, debe destacarse que debe tomarse como un hito significativo en la joven democracia que no hacía mucho convocó para su defensa a todo el arco político en la Semana Santa de la casa en orden.

La crisis de 1989 fue un proceso más amplio y complejo que involucró diversos factores. La situación crítica del gobierno de Alfonsín se caracterizó por una hiperinflación y disturbios sociales, lo que llevó a su salida anticipada del poder.

Vecinos armados en defensa de sus comercios y propiedades (Foto Infobae)

Recordamos que ante los conflictos con líderes sindicales, la retirada de apoyo de empresarios y el temor a una nueva intentona militar como carapintadas, Alfonsín anunció el adelanto de las elecciones al 21 de abril de 198.

Esos comicios se anticipan al 14 de mayo de 1989, pese a que originalmente estaban previstos para octubre, las elecciones dieron como ganador al candidato del Partido Justicialista, Carlos Menem, que debía asumir el 10 de diciembre de 1989.

Sin embargo, la crisis era tal que la gente más carenciada inició la ola de saqueos en la provincia de Santa Fe, sobre todo en Rosario —la tercera ciudad más grande del país tras el Gran Buenos Aires y el Gran Córdoba—, cuando varias personas comenzaron a demandar que algunos supermercados repartiesen comida gratuitamente.

La historia enseña que la gravedad de la crisis económica era real, pero debe destacarse que con solo la democracia no alcanzaba, la incapacidad del gobierno de la UCR para hacerle frente, condujo a una erosión de la confianza en los inversores, a la fuga masiva de capitales, a la devaluación del austral y a una creciente inflación.

Para abril de 1989, la inflación era ya de 460%. En dos meses el tipo de cambio -que oficialmente se encontraba fijo- se elevó de 80 a 200 australes por cada dólar estadounidense -equivalente a una abrupta devaluación mensual de un 150%.

Alfonsín con su ministro Juan Vital Sourrouille. Atrás José Luis Machinea, titular del BCRA.

Rápidamente las protestas se extendieron hacia otras ciudades, incluyendo el propio Gran Buenos Aires. El Gobierno argentino estableció el estado de emergencia, más de cuarenta personas fueron arrestadas y por lo menos catorce murieron (veinte según informes extraoficiales).

Algunas crónicas indican que era algo bastante común ver a empleados cobrar su sueldo y amontonarse dentro de una «cueva» de venta de dólares. Compraban parte de su salario y con los días los iban cambiando para no perder capacidad adquisitiva y llegar a fin de mes.

Se debió adelantar la asunción de Carlos Menem… pero esa es otra historia.