El 21 de agosto de 1946 la Cámara de Senadores de la Nación aprobó el voto femenino. El proyecto de ley, impulsado entonces por Eva Perón, sancionado poco más de un año después, marcó el fin del debate que las organizaciones feministas y partidos políticos de entonces habían librado contra los sectores más conservadores de la sociedad.

El voto femenino tenía una larga trayectoria de debate en la sociedad. La primera mujer que votó en el país y en América latina fue la, también, primera médica argentina, Julieta Lanteri, tras conseguir a través de un amparo judicial que se la incorporara al padrón electoral en 1911.

«Julieta Lanteri – primera mujer que logró votar en Argentina y América Latina, quinta mujer en recibirse de médica, fundadora y candidata por el Partido Feminista Nacional -, llegando a los comicios para depositar su voto, 1911.»

En 1921, el ala femenina del Partido Socialista promovió los ensayos de voto femenino con motivo de las elecciones municipales. Le siguió San Juan, que en 1927, luego de reformar la Constitución provincial, permitió la participación de las mujeres en la elección de cargos públicos.

La Ley 13.010 fue promulgada el 23 de septiembre de 1947 en un gran acto popular en la Plaza de Mayo donde la protagonista fue Evita, a quien el gobierno le entregó simbólicamente la letra de la Ley. El festejo oficial fue propiciado por la CGT, que convocó a una multitudinaria marcha en honor a “La Dama de la Esperanza”; al tiempo que se compusieron himnos y canciones y se celebraron misas y desfiles para homenajearla. En la Plaza, los centros cívicos MEDP portaban carteles que decían: “Evita nosotras también sabremos elegir”.

La ley de 1946 consagró, de manera definitiva, el derecho de las mujeres a votar. Para celebrar su sanción, la CGT convocó a un acto el 23 de septiembre en la Plaza de Mayo. Allí, la primera oradora, Eva Perón, con un ejemplar de la ley en su mano afirmó: “Mujeres de mi patria, me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama nuestra victoria”. “Aquí está resumida en la letra apretada de pocos artículos una historia larga de luchas, tropiezos y esperanzas –añadió-. Por eso hay en ella crispaciones de indignación y sombras de amenazadores, pero también alegre despertar de auroras triunfales. Esto último traduce la victoria de la mujer sobre las incomprensiones, las negaciones y los intereses creados de las castas repudiadas por nuestro despertar nacional.”

El voto femenino universal y obligatorio finalmente se concretó cuatro años más tarde, en la elección del 11 de noviembre de 1951, que le dio la reelección a Perón, y en la que Evita votó desde la cama de un hospital, ya enferma.

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