
Remedando aquella frase de Bill Clinton “es la economía, estúpido”, con la cual marcó que la necesidad de un bienestar de corto plazo es algo que entra en la coctelera política, incluso de los países más estables y que siempre hay una dosis de cortoplacismo en la comunicación económica de la política, a la luz de los últimos acontecimientos en la Argentina, con un gobierno votado con esperanza por el 56 % de la ciudadanía, creemos que no hay economía satisfactoria si el ejercicio de la política, entendida como arte de conducir los pueblos, está en manos equivocadas, inexpertas o mal intencionadas.

El principio de revelación ya demostró que con los amigos no alcanza. Zapatero a tus zapatos, en apenas seis meses de patinadas de todo tipo saltaron más de 30 funcionarios en un gobierno que no tiene el “derecho” a pifiarla. Ya expusimos en Prensa Regional bajo el título LOS EJECUTORES , “La idea puede ser muy buena pero si no la podemos ejecutar ¿de que sirve?. Esta pregunta formulada permanentemente por los emprendedores de todo tipo debe ser respondida de manera indirecta, la buena idea necesita de los buenos ejecutores.” (sic).
Leyendo al mismo Milei observamos que su búsqueda teórica del crecimiento económico, sesuda tarea, apela al “tiempo” necesario para cumplir el ciclo de que se trate. Aún el argumento virtuoso necesita “tiempo”. Pero ¿es igual el tiempo de la teoría al tiempo de la gente?. Qui lo sa?.
Ese principio de revelación también indica que el libertarismo (siempre teórico) ataca frontalmente contra los obstáculos que la casta le opone sin ver que como cualquier medicamento también mata células sanas. También como cualquier medicamento en el tiempo suele equilibrar la salud, digamos y reconozcamos que esa es su virtud. En eso, creemos fundamentalmente, se justifica la tremenda paciencia de un pueblo que espera el rebote de la economía para dejar de padecer.

Y Argentina está, sin dudas, padeciendo el “tripalium” romano por culpa de quienes dispendiaron nuestros recursos y nos robaron la esperanza, léase “progresismo” o si prefiere kirchnerismo.
El tripalium («tres palos») era un cepo con tres puntas que se usaba en el Imperio Romano para inmovilizar caballos, cerdos, o bueyes, y así poder herrarlos o examinarlos. Luego se usó para castigar esclavos.
Tal vez, ahora que se entendió que la política es la esperanza para lograr esa libertad anunciada, podamos acelerar para que la “v” económica, tan anunciada, no sea una palangana y el alivio se empiece a notar en los sectores más castigados.
Que el arte de la política abra paso a los virtuosos, desplace a los corruptos y armonice el sistema.

Comentarios recientes