Un día como hoy pero de 1807 – Se produce un segundo intento de los ingleses de apoderarse de Buenos Aires.
Hubo dos invasiones inglesas al Río de la Plata:
La Primera invasión inglesa de 1806, en la que las tropas británicas ocuparon la ciudad de Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata, y que fueron vencidas 46 días después por el ejército compuesto por milicias populares porteñas y de los pueblos cercanos, más los refuerzos provenientes de Montevideo comandados por Santiago de Liniers, proceso conocido como la Reconquista.
La Segunda invasión inglesa de 1807, en la que las tropas británicas, luego de tomar Montevideo, fueron rechazadas cuando intentaron ocupar Buenos Aires, por las fuerzas defensoras, que se componían de tropas regulares y de milicias urbanas, integradas por población que se había armado y organizado militarmente durante el curso de las invasionesː el proceso conocido como la Defensa.

A comienzos del siglo xix, el Reino Unido se encontraba en plena revolución industrial, lo que la convertía en la economía más productiva de toda Europa, posicionándose con fuerza como exportadora de productos manufacturados. Poco menos de la mitad de estos productos tenían como destino el mercado europeo continental. Tras el rotundo fracaso militar que significó para Francia y España la batalla de Trafalgar, el 21 de octubre de 1805, Napoleón Bonaparte optó por la estrategia de la guerra económica contra Inglaterra y sus aliados.

En noviembre de 1806, poco después de que Francia conquistara o se aliara con cada una de las potencias del continente, desde la península ibérica hasta Rusia, Napoleón promulgó el Decreto de Berlín, prohibiendo a sus aliados y a los países conquistados cualquier tipo de relación comercial con Gran Bretaña. Esta medida volvió a alentar las necesidades del Reino Unido de consolidar y asegurar sus intereses en el Nuevo Mundo.

EL DESEMBARCO
El 23 de junio desembarcó el ejército expedicionario de Whitelocke en la ensenada de Barragán, el punto juzgado como el más adecuado; el día 29 de junio hizo bajar a tierra los caballos, la artillería y los víveres. Liniers había hecho desmantelar el año anterior la batería instalada en las fortificaciones de aquel lugar para contar con mayores elementos en la defensa de Buenos Aires; lo mismo había ocurrido con la batería de Colonia, de ahí la fácil captura por Pack.
Un contingente de 11.000 soldados británicos respaldados por una poderosa flota al mando del general John Whitelocke desembarca en las afueras de Buenos Aires. Las milicias porteñas intentan hacerles frente pero son derrotadas en la batalla de los Corrales de Miserere. El general británico intima a las autoridades porteñas a rendirse y les da tres días de plazo.
El plan de Whitelocke
En el plan de Whitelocke, la marcha desde la ensenada de Barragán hasta Buenos Aires exigiría tres días. Dividió sus fuerzas en tres columnas: la vanguardia iba al mando del brigadier Gower y estaba formada por la brigada de Crawfurd y la de Lumley, con un total de 2.150 hombres; el grueso del ejército dependería del mando directo del comandante en jefe y estaba formado por la brigada de Auchmuty y otros cuerpos, con 3.847 hombres y dos cañones; la retaguardia era comandada por el coronel Mahon y disponía de 1.644 hombres de tropa, 6 cañones y 200 marineros desembarcados.

En un combate en los Corrales de Miserere, Whitelocke derrotó a Liniers, pero el virrey reorganizó sus tropas reuniendo un total de 9.000 milicianos. La Plaza Mayor (actual Plaza de Mayo) se convirtió en el núcleo de la resistencia y se emplazaron cañones en sus ocho entradas, se abrieron trincheras artilladas y se colocaron tropas de Infantería en las azoteas de las casas circunvecinas. El Retiro y la Plaza de Toros fueron defendidos por infantes y marinos.

En la mañana del 5 de julio Whitelocke ordenó ingresar a Buenos Aires en 13 columnas que desde la actual calle Entre Ríos se dirigirían separadamente hacia el Fuerte y el Retiro. Al penetrar en la ciudad, las que marchaban hacia el Fuerte fueron atacadas desde las azoteas de sus casas por los vecinos no alistados y por mujeres y niños que les arrojaban agua, aceite hirviendo y piedras sacadas del empedrado. El avance inglés se vio severamente entorpecido por esas acciones, por el fuego permanente desde el interior de las viviendas y por las desinteligencias y malos entendidos entre sus comandantes.
El 6 de julio trascurrió en negociaciones entre ambos bandos. Whitelocke reflexionó sobre la situación crítica de sus tropas frente a la tenacidad y al heroísmo del adversario y al día siguiente, luego que Liniers desestimara un pedido de 24 horas para recoger heridos, aceptó capitular aceptando abandonar Buenos Aires, Montevideo y el estuario del río de la Plata en sesenta días.
Durante los enfrentamientos las bajas inglesas ascendieron a alrededor de 2.500 hombres entre muertos, heridos y prisioneros, en tanto que los defensores de Buenos Aires tuvieron 302 muertos y 514 heridos. De regreso en Londres, Whitelocke fue enjuiciado militarmente y condenado a la privación de todo mando, declarándoselo totalmente inepto e indigno de servir a su majestad británica en ninguna clase militar.

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