Un día como hoy pero de 1906 – Nace el neurocirujano argentino Ramón Carrillo.

Ramón Carrillo, el padre del sanitarismo en la Argentina, fue un destacado neurólogo y neurocirujano, que llevó a cabo una transformación sin precedentes en la salud pública de nuestro país desde una concepción social de la medicina. Creía que ésta debía orientarse «no hacia los factores directos de la enfermedad –los gérmenes microbianos– sino hacia los indirectos”. “La mala vivienda, la alimentación inadecuada y los salarios bajos –sostenía– tienen tanta o más trascendencia en el estado sanitario de un pueblo, que la constelación más virulenta de agentes biológicos”

Carillo nació en Santiago del Estero y fue el mayor de once hermanos. La buena posición económica de su familia -su padre fue diputado por la provincia en tres ocasiones- le posibilitó viajar a Buenos Aires a sus 17 años para estudiar Medicina. En 1929 se recibió con el mejor promedio y, becado, se fue a Europa por cuatro años para continuar su formación profesional.
A su vuelta, Carrillo se convirtió en jefe del Servicio de Neurología y Neurocirugía del Hospital Militar Central en Buenos Aires. En el hospital, entre otras tareas, Carrillo se encargaba de la confección de estadísticas de salud para el Ministerio de Guerra, experiencia clave que le serviría para elaborar en 1951 su Teoría del Hospital, una de sus investigaciones y obras más relevantes.
Ramón Carrillo, el padre del sanitarismo en la Argentina, fue un destacado neurólogo y neurocirujano,
Durante su gestión, y con apoyo de la Fundación Eva Perón, se construyeron hospitales, centros sanitarios, hogares escuelas, hogares para ancianos, institutos formación en enfermería. Se estableció la atención gratuita para toda la población y se crearon políticas públicas como el Tren Sanitario, que llegaba a los lugares más recónditos del país para brindar capacitaciones en educación para la salud y atención médica en las diferentes ramas de la medicina.
Tras instalarse en el poder la dictadura autodenominada Revolución Libertadora debió permanecer exiliado fuera del país. Se lo acusó de peronista y se impuso interdicción a dos departamentos que tenía y se confiscaron sus cuadros y sus libros. Exiliado, enfermo (hipertensión mal atendida), políticamente perseguido (el gobierno argentino de facto de Pedro Eugenio Aramburu presentó ante el de Brasil una protesta por prestársele a Carrillo ayuda médica, calificándolo de «prófugo»; sus libros y cuadros en Buenos Aires fueron saqueados) y tras padecer con su familia grave pobreza, falleció en Belem do Pará, Brasil, el 20 de diciembre de 1956. No obstante tales condiciones, durante ese año aún produjo trabajos de antropología filosófica.

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