Un día como hoy pero de 1890 – Estalla en Buenos Aires la Revolución del Parque, dirigida por Leandro N. Alem contra el presidente Miguel Juárez Celman.

El 26 de julio de 1890, estalló en Buenos Aires la Revolución del Parque, dirigida por un amplio frente opositor que, bajo el nombre de Unión Cívica, venía manifestándose contra la política de Miguel Juárez Celman. La Junta Revolucionaria estaba presidida por Leandro N. Alem.

Las fuerzas militares sublevadas dirigidas por el general Manuel J. Campos tomaron el Parque de Artillería, en la actual Plaza Lavalle, mientras se levantaba en armas también un sector de la Marina. Pronto el gobierno logró controlar la situación y las fuerzas leales, comandadas por el ministro de Guerra, general Levalle, Carlos Pellegrini y Roque Sáenz Peña obtuvieron la rendición de los rebeldes. La revolución fue derrotada, pero Juárez Celman, sin apoyos, debió renunciar.
Como consecuencia de la situación política y económica del gobierno de Juarez Celman, los jóvenes comenzaron a dar signos de cambios que en poco tiempo se dibujaron en un gran mitin el 1 de septiembre de 1889 en el Jardín Florida de la ciudad de Buenos Aires mediante una invitación que firmaban, entre otros, Emilio Gouchon, Adolfo Mujica, Pedro Varangot, Rufino de Elizalde y Marcelo T. de Alvear.

En esa reunión se leyó una adhesión de Bartolomé Mitre y se pronunciaron varios discursos, comenzando por el de Barrotaeveña (autor de un incendiario artículo publicado en La Nación), que no se refirieron al tema económico sino que se centraron en los valores cívico-morales de la juventud; en el mitin se dejó constituida la Unión Cívica de la Juventud cuyo propósito era aglutinar al amplio espectro de opositores al gobierno de Miguel Juárez Celman, sostenido por el oficialista Partido Autonomista Nacional.
Marcó el final del gobierno de Juárez Celman. Los revolucionarios, comandados por Alem, quedaron a mitad de camino porque, si bien el presidente debió renunciar, la muñeca política de Roca fue la ganadora.

En junio de 1890 el gobierno entró en cesación de pagos de la deuda externa que mantenía con la casa Baring Brothers, hecho que causó un gran descontento entre los inversores extranjeros.
Ese mismo mes la Junta Revolucionaria quedó integrada por Leandro Alem, Aristóbulo del Valle, Mariano Demaría, Juan José Romero, Manuel Asencio Ocampo, Miguel Goyena, Lucio V. López, José María Cantilo, Hipólito Yrigoyen, los generales Manuel J. Campos y Domingo Viejobueno, los coroneles Julio Figueroa y Martín Irigoyen, y el comandante Joaquín Montaña.
EL FRACASO DE LA ASONADA
El 26 de julio las fuerzas revolucionarias comenzaron las acciones para tomar el poder. Pero el general Campos tuvo una actitud que aún no tiene explicación verdadera de modo que se abren varias especulaciones, entre las que se cuenta Campos había llegado a un acuerdo secreto con Julio A. Roca días antes, cuando este último lo visitó mientras estaba detenido. Al parecer Roca fomentó el levantamiento, con el fin de provocar la caída del presidente Juárez Celman, y al mismo tiempo evitar, por medio de su acuerdo secreto con el general Campos, que las fuerzas rebeldes tomaran la ofensiva y derrotaran a las tropas del gobierno, lo que hubiera instalado a Leandro Alem como presidente provisional y terminado con el poder del todopoderoso Partido Autonomista Nacional.

Los rebeldes concentrados en el Parque de Artillería se identifican con una bandera tricolor: verde, blanca y rosa y con la boina blanca; tienen coraje, les sobra valor, pero carecen de municiones y de iniciativa; al cabo de varios días son vencidos por el ejército nacional.
Los argumentos dados por el general Campos para tomar semejante decisión fueron variando durante el día y llegaron a ser en algunos casos absurdos. Primero sostuvo que los soldados debían conocerse entre sí y que debían alimentarse. Luego adujo que estaba esperando que las tropas leales se pasaran a la revolución, y más tarde argumentó que su plan era provocar la entrada de las fuerzas del gobierno en la Plaza Lavalle, a través de las calles Viamonte y Tucumán, y derrotarlas en una sola gran batalla.

Al permanecer dentro del Parque, el general Campos permitió, primero, que el gobierno se organizara en Retiro, y luego que tomara la ofensiva sobre las posiciones de los revolucionarios.
El martes 29 de julio se firmó la capitulación en el Palacio Miró, estipulando las condiciones de la rendición y el proceso de desarme de la tropa.

La Revolución del ’90 marcó un punto de quiebre en la historia argentina; marcó con claridad el momento en el que comienza a emerger una sociedad civil urbana, diferenciada en grupos sociales con demandas específicas. En particular la Revolución del ’90 marca el momento en que la clase media ingresó a la vida pública.
Simultáneamente, la organización de la clase obrera en sindicatos, de partidos políticos modernos (Unión Cívica Radical, Unión Cívica Nacional, Partido Socialista, Liga del Sur), de las primeras cooperativas, organizaciones feministas, de revistas políticas opositoras, etc., conformó una sociedad urbana compleja que hizo cada vez más inevitable la toma del poder mediante revoluciones callejeras.

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