La conformación del gobierno de Mayo de 1810, la Asamblea del año 13, la bandera, los ejércitos en lucha contra los españoles, se fue dando en medio de las tensiones de quienes creían necesarios independizarse de la corona de España y quienes no lo creían necesario porque su objetivo de mercantilizar estaba cumplido.

¡Hasta cuándo esperamos declarar nuestra Independencia!

Los generales que en el norte peleaban contra los ejércitos españoles necesitaban esa independencia para dar sentido a la lucha que se realizaba en condiciones muy pobres. Belgrano, Guemes y San Martín no alcanzaban a entender el motivo de las demoras en esa declaración, o tal vez lo entendían muy bien.

Para el Libertador, un asunto es prioritario sobre otros, según le expresa a Godoy Cruz en carta fechada el 12 de abril:
“¡Hasta cuándo esperamos declarar nuestra Independencia! ¿No le parece a usted -agrega- una cosa bien ridícula acuñar moneda, tener el pabellón y cucarda nacional, y por último hacer la guerra al soberano de quien en el día se cree dependemos? ¿Qué nos falta más que decirlo? Por otra parte ¿qué relaciones podremos emprender cuando estamos a pupilo? Los enemigos (y con mucha razón) nos tratan de insurgentes, pues nos declaramos vasallos. Esté usted seguro que nadie nos auxiliará en tal situación, y por otra parte el sistema ganaría un cincuenta por ciento con tal paso. ¡Ánimo, que para los hombres de coraje se han hecho las empresas! Veamos claro, mi amigo: si no se hace, el Congreso es nulo en todas sus partes, porque reasumiendo éste la soberanía, es una usurpación que se hace al que se cree verdadero, es decir, a Fernandito.”

Fernando VII de España había regresado al trono español, esta situación quitó argumentos de acción a los hombres que habían iniciado la Revolución de Mayo en el Virreinato del Río de la Plata e instaurado la Primera Junta en 1810 —y los gobiernos que habían sucedido a esta— bajo la premisa de la Máscara de Fernando VII.

La revolución corría el riesgo de perder sentido porque ya no se podían actuar en nombre del rey de España porque este volvió a estar en el poder efectivo. El rey quería reconquistar sus dominios en América; los realistas, que eran los partidarios de la monarquía española, habían triunfado en Huaqui, Vilcapugio y Ayohúma, y eran fuertes en el Alto Perú, en la actual Bolivia. Desde allí pensaban atacar las bases de los independentistas e invadir todo el actual territorio de Argentina, teniendo como objetivo la ciudad de Buenos Aires.

Los sucesos de abril de 1815, en los cuales una revolución terminó con el gobierno centralista del director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, el general Carlos María de Alvear, ponía a los revolucionarios en condiciones de forzar una convocatoria a un Congreso General Constituyente. Inicialmente se enviaron diputados de todas las provincias, iniciando las sesiones el 24 de marzo de 1816. Cada delegado representaba a unos 15 000 habitantes.

A partir de ese momento, las fuerzas de Güemes sostuvieron la lucha en el frente norte, liberando a los ejércitos del gobierno nacional para que, al mando del general José de San Martín, pudieran avanzar contra sus enemigos más allá de la Cordillera de los Andes hacia Chile y luego hasta Perú.

El Congreso de Tucumán inició sus sesiones en la Casa de Tucumán, ubicada en San Miguel de Tucumán, el 24 de marzo de 1816, con la presencia de 33 diputados. Según la decisión de los propios delegados, la presidencia del Congreso era rotativa y cambiaba cada mes.

Fueron distintas las causales por las que diversas provincias que habían pertenecido al Virreinato del Río de la Plata no enviaron diputados. Varias provincias del Alto Perú, entre ellas Potosí, Cochabamba y La Paz, habían caído nuevamente en poder de los realistas. Empero gracias a la Tercera expedición auxiliadora al Alto Perú enviaron diputados al Congreso de Tucumán Chichas, Charcas y Mizque.

Varias versiones afirman que las provincias «de abajo» que no concurrieron como las provincias de la Liga de los Pueblos Libres o Liga Federal —la Provincia Oriental (sector principal de la Banda Oriental), Corrientes, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe— que resolvieron no concurrir al Congreso de Tucumán por oposición del caudillo oriental Artigas a la firma del acuerdo de paz definitivo alcanzado en el Pacto de Santo Tomé —firmado el 9 de abril de 1816, por el que se había reconocido la autonomía de Santa Fe— y que fue finalmente dejado de lado por el nuevo Director Supremo, Antonio González Balcarce, y por el Congreso de Tucumán.

Dice Felipe Pigna : “Finalmente, cuando San Martín llamaba a terminar definitivamente con el vínculo colonial, una comisión de diputados propuso un amplio temario para su tratamiento. El 9 de julio de 1816 tocaba deliberar sobre la libertad e independencia del país. Se leyó el texto del acta y se preguntó a los presentes si querían que las provincias se declararan en libertad, escuchándose una a una las respuestas afirmativas y, más tarde, el coro unánime del “Nos, los representantes  de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en Congreso General…”.

Diez días más tarde, a propuesta de Medrano, los diputados agregarían a la declaración de la liberación de España la referente a “toda dominación extranjera”, y el 25 se adoptó oficialmente la bandera celeste y blanca.