Un día como hoy pero de 1939 – La Argentina declara su neutralidad en la II Guerra Mundial.
La historia de Argentina durante la Segunda Guerra Mundial fue un período complejo que comenzó en 1939, luego del estallido de la guerra en Europa y acabó en 1945 con la rendición del Imperio del Japón.
Debido a los estrechos vínculos entre Alemania y Argentina, esta última se mantuvo neutral durante la mayor parte de la guerra, a pesar de las disputas internas y la presión de Estados Unidos para unirse a los Aliados. Argentina finalmente cedió ante la presión aliada, rompiendo relaciones con las Potencias del Eje el 26 de enero de 1943 y declarando la guerra a Alemania y Japón el 27 de marzo de 1945.
Tomemos como comienzo de la Segunda Guerra Mundial, el 1 de setiembre cuando Alemania invade, con el beneplácito de la Rusia de Stalin, el territorio de Polonia.
Entonces, Roberto Marcelino Ortiz era el presidente de Argentina. El país se encontraba en un período de conservadurismo político y transformación económica conocido como la Década Infame.
Tanques y soldados alemanes atacando posiciones soviéticas en 1941, durante la “Operación Barbarroja”. (Crédito: FPG/Hulton Archive/Getty Images)
La crisis política lleva a la Unión Cívica Radical se dividió entre FORJA, línea que apoyaba al depuesto presidente radical Hipólito Yrigoyen, y la dirección oficial de Marcelo Torcuato de Alvear, cercana a la Concordancia. El Partido Socialista y la Democracia Progresista también eran conservadores. El Partido Comunista estaba inicialmente cerca de los sindicatos, pero dio prioridad a promover los intereses de la Unión Soviética.
El ejército argentino era altamente germanófilo, influencia que había crecido desde fines del siglo xix y precedía a ambas guerras mundiales. No implicó un rechazo a la democracia sino más bien una admiración por la historia militar alemana, que combinada con un intenso nacionalismo argentino influyó en la postura tomada por el ejército hacia la guerra: mantener la neutralidad. Los argumentos a favor iban desde la tradición militar argentina (ya que el país había sido neutral durante la Primera Guerra Mundial y la Guerra del Pacífico), hasta la anglofobia y el rechazo a los intentos extranjeros de coaccionar a Argentina para que se uniera a una guerra percibida como un conflicto entre países extranjeros sin intereses argentinos en juego. Solo un puñado de líderes militares eran partidarios de Adolf Hitler.
La coyuntura empujaba a las ideas. Como en otros pasajes de nuestra historia, las ideologías terminan tiñendo las determinaciones que debería ser realizadas desde cierta objetividad. La neutralidad fue un punto medio entre el conservadurismo de la década infame y un nacionalismo germanófilo, que aún años después terminarían dirimiendo diferencias en el terreno de las armas con la mirada azorada de una comunidad que mira sin comprender demasiado.
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