El 5 de agosto de 1895 falleció en Londres Federico Engels.
Desde que el destino relacionó a Carlos Marx con Federico Engels, la obra a la que ambos amigos consagraron su vida se convirtió en una obra común. Intentaron demostrar que la humanidad se veria liberada de las calamidades que la azotan por medio de la lucha de clases del proletariado organizado.
La historia, un siglo y medio después lo que demostró fue que la idea tal como fue concebida por Engels y Marx resulta inaplicable en la práctica, a pesar de haber tratado de ser impuesta con el costo de millones de víctimas en el camino.
Engels era hijo del propietario de una importante fábrica textil en Mánchester, corazón de la Revolución Industrial. La Europa occidental estallaba en ideas que procuraron contener el avance despiadado de una revolución industrial que reducía al hombre a sus peores condiciones.
Su primer libro “La situación de la clase obrera en Inglaterra” (1845), que influyó a Marx a concebir la dialéctica histórica en términos de conflicto de clases. Junto con él, fue coautor de obras fundamentales para el nacimiento de los movimientos comunista, socialista y sindical, como La Sagrada Familia (1844), La ideología alemana (1846) y el Manifiesto del Partido Comunista (1848).
Fue dirigente político de la Primera Internacional (1864) y de la Segunda Internacional (1889). También ayudó financieramente a Marx para que publicara El capital en 1867. Sus actividades periodísticas contribuyeron significativamente a la difusión del marxismo a través de obras como Anti-Dühring (1877) y Del socialismo utópico al socialismo científico (1880).
Coincidiendo con el anarco libertarismo en que el Estado no es bueno dice: «El [Estado] es más que nada un producto de la sociedad en un estadio determinado de su desarrollo; es el reconocimiento de que esta sociedad se encuentra atrapada en una contradicción insoluble consigo misma, dividida en oposiciones irreconciliables que es impotente para conjurar».
Esta línea de pensamiento llevó a Lenín en la Revolución Rusa a sostener que «Si el Estado nace del hecho de que las contradicciones de clase son irreconciliables, -comenta- si es un poder situado por encima de la sociedad y que se le vuelve cada vez más extraño«, está claro que la liberación de la clase oprimida es imposible, no solamente sin una revolución violenta, sino también sin la supresión del aparato de Estado que ha sido creado por la clase dominante y en el cual se materializa ese carácter «extraño».
Curiosamente, Murray Rothbard influencer del anarco-libertarismo que sostiene en idea Javier Milei (*), propone que el Estado es producto de una “Casta” que no permite el desarrollo libre de los hombres, por lo tanto hay que eliminarlo. “Amo. Amo ser el topo dentro del Estado. Soy el que destruye el Estado desde adentro”, aseveró Milei en una entrevista que concedió en San Francisco, Estados Unidos, al medio Free Press, publicada tanto en formato audiovisual como escrita. La conversación tuvo lugar durante su gira por ese país.
Engels había enfocado el mundo y la humanidad desde el punto de vista materialista, pensó que, lo mismo que todos los fenómenos de la naturaleza tienen por base causas materiales, así también el desarrollo de la sociedad humana está condicionado por el desarrollo de las fuerzas materiales, las fuerzas productivas (*). Curioso ¿verdad?, las coincidencias desde extremos aparentemente irreconciliables.
(*) NOTA DE LA REDACCION: El anarco-libertarismo propuesto en la campaña, por Javier Milei, amaga diluirse a lo largo de los meses y bajo el influjo del mismo accionar de los mercados que parecen no entender esa ideología. O por lo menos, se debería considerar que el puro materialismo de la producción y su rentabilidad (considerar el fracaso de la teoría marxista) no respeta la concepción de libertad que se dice defender desde la teoría libertaria.
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