
«La encrucijada de Macri: ¿Defender principios o salvar bancas?»
La política argentina enfrenta un dilema que recuerda la célebre advertencia de Winston Churchill: «Quien se humilla para evitar la guerra, se queda con la humillación y con la guerra». En este caso, la frase ilumina las tensiones generadas por el mensaje de Mauricio Macri al presidente Javier Milei, donde se abre a una posible alianza para las elecciones legislativas de este año.

Para los dirigentes del PRO, Milei y los libertarios representan una amenaza directa, no solo por el desafío ideológico, sino porque su retórica disruptiva ha comenzado a erosionar la base electoral que el PRO cultivó durante años. Muchos dirigentes, especialmente aquellos que deben renovar sus bancas y carecen de un fuerte respaldo territorial, ven en una alianza con La Libertad Avanza una tabla de salvación para mantener su lugar en la arena política.

El verdadero enemigo, según la narrativa inicial de los libertarios, era «la casta política», ese entramado de privilegios y opacidad que no distinguía banderas partidarias. Sin embargo, este término parece tener excepciones cuando se trata de quienes hincan su rodilla en el suelo y juran lealtad al emperador Milei. Como en la antigüedad, cuando «una vez que la moneda entra en el cofre, un alma en el purgatorio salta al cielo», quienes son parte de «la casta» parecen obtener una especie de indulgencia al sumarse a «las fuerzas del cielo». Este acto simbólico les otorga un reseteo político, redimiéndolos de sus pecados de décadas viviendo de la política, para presentarse ahora como paladines del cambio y la libertad.
Sin embargo, esta reinterpretación del concepto de «casta» no solo contradice la esencia del mensaje libertario original, sino que también limita su alcance. En la práctica, «la casta» parece haberse reducido exclusivamente al kirchnerismo, dejando fuera a figuras con trayectorias igual de cuestionables que, al someterse a Milei, pasan de ser repudiados a ser celebrados. Sin más, el escándalo del exsenador Edgardo Kueider da fe de lo anteriormente mencionado.

En este contexto, el gobierno nacional enfrenta un complejo dilema estratégico con tres caminos posibles, aunque priorizar más de dos simultáneamente podría debilitar su posición. La primera opción es polarizar contra el kirchnerismo, concentrando sus esfuerzos en un adversario histórico. Este enfoque permitiría al oficialismo reforzar su identidad y movilizar su núcleo duro de votantes, soñando con un mapa electoral teñido mayoritariamente de violeta, como ocurrió en las PASO de 2023.
La segunda alternativa consiste en ampliar su base política mediante acuerdos con sectores del PRO y algunos radicales. Esta estrategia buscaría consolidar un frente electoral más amplio, capaz de garantizar mayorías legislativas para avanzar con las reformas propuestas. Sin embargo, dicha ampliación exigiría concesiones significativas, lo que podría diluir la identidad original del espacio y generar tensiones con su base de seguidores más fieles.

El tercer camino es intentar redefinir el mapa político nacional, apostando a desdibujar tanto al kirchnerismo como al macrismo y posicionarse como la fuerza hegemónica. Este enfoque, aunque ambicioso, representa el mayor riesgo, ya que dispersar los esfuerzos entre dos adversarios podría llevar directamente a una derrota. Al intentar vencer al kirchnerismo y al macrismo en un solo movimiento, el oficialismo podría quedar atrapado en una estrategia que lo desborde, favoreciendo a sus rivales y poniendo en peligro su continuidad.
La frase de Churchill resuena aquí como un llamado de atención. Pactar con un espacio que amenaza con devorar al electorado del PRO podría implicar no solo una cesión de principios, sino también la entrega de la identidad política que distinguió al partido en sus años de gobierno. Lo que comienza como un intento de evitar la “guerra” política contra un rival más fuerte podría terminar con el PRO enfrentando tanto la humillación de renunciar a sus valores como la batalla interna por mantener su relevancia.
El desafío para Macri no radica únicamente en unir fuerzas contra el kirchnerismo, sino en hacerlo sin sacrificar los pilares que cimentaron su liderazgo. Porque, como enseña la historia, una alianza basada en la conveniencia puede ser más destructiva que el conflicto que intenta evitar.
(*) Martin Pellegrino.– Concejal Unión Por Todos Ezeiza/ Director General EFIM/Integrante Grupo SEAMOS MEJORES.

Comentarios recientes