Leemos en “EL DÍA QUE A LA IGLESIA SE LE DIO POR QUEMAR LIBROS”  

Los nazis no fueron los únicos que quemaron libros

Un 14 de enero de 1601 la iglesia de Roma decidió que la incineración era el mejor método para demostrar a los judíos que se equivocaban al no considerar a Jesucristo como el hombre que tenía que abrir las puertas del cielo a la humanidad. Ese día quemaron todos los libros en hebreo que encontraron en la ciudad “santa”.

Pero la proscripción de la literatura judía comenzó mucho antes, en el siglo XIII, como un derivado de la decisión de 1199, por la que el Papa Inocencio III advirtió a los legos que las Escrituras debían quedar bajo interpretación exclusiva del clero.

En 1989, el líder supremo iraní, el ayatolá Jomeini, que había encabezado la revolución islámica en Irán diez años antes, emitió una fatwa (un edicto religioso) que pedía la muerte del escritor Salman Rushdie. Más de tres décadas después, en un evento literario en el estado de Nueva York, un hombre que aún no había nacido cuando se decretó la fatwa es acusado de apuñalar al autor.

Print

Muchos musulmanes consideraron que el libro de Rushdie Los versos satánicos era una blasfemia, ya que retrataba al profeta del Islam como alguien sin escrúpulos y utilizaba los nombres de sus esposas para los personajes que hacían de prostitutas. Los musulmanes creen que Mahoma es insan-al-kamil , el ser humano completo y el único que ha alcanzado la perfección. La sentencia de muerte original no sólo fue contra Rushdie, sino también contra sus editores, que “conocían el contenido [del libro]” y aun así lo publicaron.

En enero de 1989 radicales musulmanes en Bradford (Reino Unido) quemaron una copia del libro en una especie de ritual y las librerías WHSmith dejaron de exhibirlo.

En 213 a. C., el emperador chino Qin Shi Huang (259-210 a. C.) trató de hacer desaparecer quinientos años de la historia de su país solo para fortalecerse. Quería imponer el legalismo, una doctrina política basada en la primacía de las leyes sobre cualquier consideración moral. El derecho natural, el idealismo o cualquier forma de humanismo quedaban supeditados al poder.

Argentina no escapa a esta (i)lógica del fanatismo y la intolerancia, en 1980, la Policía Bonaerense quema más de un millón y medio de libros del Centro Editor de América Latina (CEAL) en un baldío de Sarandí. Se puede ampliar en “QUEMA DE LIBROS”