El 4 de febrero de 1945 se realiza la Conferencia de Yalta (Crimea). Roosevelt, Churchill y Stalin tratan los problemas derivados de la Segunda Guerra.

Los tres líderes aliados habían iniciado una serie de encuentros en agosto de 1942 en Moscú, que tuvieron continuidad en Casablanca en enero de 1943, El Cairo en noviembre de 1943 y finalmente en Teherán en diciembre de 1943.
El 2 de febrero de 1945, un par de días antes de que tuviese lugar el encuentro en Yalta, Roosevelt y Churchill se habían reunido en La Valetta, la capital de Malta, con el objetivo de acordar una postura común frente a las posibles peticiones de Stalin.
Mientras que para Moscú era esencial mantener a sus tropas en Irán para asegurarse el acceso al petróleo, así como el reparto definitivo de Alemania, para Londres lo más importante era la cuestión polaca. Ante aquel panorama, Estados Unidos empezaba a perfilarse como el nuevo árbitro mundial, y ya se estaba planteando la creación de un organismo internacional como las Naciones Unidas. Asimismo, los estadounidenses también pensaban cómo convencer a Stalin de que la Unión Soviética entrase en la guerra del Pacífico. Para ello se ofreció a Stalin las islas Kuriles y mantener el statu quo en Mongolia Exterior.
Stalin se encargaría de presidir el encuentro del día 5, donde se discutió el reparto de Alemania.

Los aliados acordaron también desmilitarizar Alemania y dividirla en cuatro zonas de ocupación controladas por la Unión Soviética, Estados Unidos, el Reino Unido y Francia (país que al final fue incluido en las negociaciones, aunque en inferioridad de condiciones que los otros tres). También se impusieron importantes sanciones económicas al país germano (la Unión Soviética sugirió solicitar, a modo de indemnización de guerra, 20.000 millones de dólares, de los cuales pidieron la mitad), que tuvo que renunciar a algunos territorios como Prusia Oriental y parte de Pomerania. Los ríos Oder y Neisse marcarían a partir de entonces la frontera oriental del país. Otro punto importante fue la creación del tribunal internacional que se tendría que encargar de juzgar a los principales criminales de guerra nazis, juicio que tendría lugar en la ciudad alemana de Nüremberg.

Finalmente se aprobó una «Declaración» sobre la «Europa liberada», en la que los tres dirigentes se comprometían a su reconstrucción y a que ésta se hiciera por canales democráticos y con «autoridades gubernamentales provisionales ampliamente representativas de todos los elementos democráticos de la población […] y el establecimiento más temprano posible mediante elecciones libres de gobiernos que respondan a la voluntad del pueblo». Pero Stalin no cumpliría su promesa de permitir que se celebraran elecciones libres en Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria.
A partir de estos acontecimientos comienza lo que conocemos como “la guerra fría”, pero esa es otra historia.

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