Los prófugos de la Cárcel de Río Gallegos eran los dirigentes peronistas Jorge Antonio, Héctor Cámpora, Guillermo Patricio Kelly, John William Cooke, José Espejo y Pedro Gomis. Con ellos iba su cómplice, el guardiacárcel Juan de la Cruz Ocampo, que les había facilitado la salida y además se ocupó de cerrar la cárcel por fuera llevándose las llaves.

Luego de una tensa espera de varios minutos, llegó el Ford amarillo, conducido por Manuel Araujo amigo y colaborador de Jorge Antonio. Ocho hombres algunos excedidos en peso se apilaron dentro del auto. Debían recorrer 66 km hasta Monte Aymond, el paso fronterizo, y luego 200 km más hasta Punta Arenas, Chile.

Se cuenta que un par de kilómetros antes de llegar al puesto de gendarmería, un colaborador los detiene y les indica salir de la Ruta . Los prófugos cortan un alambrado y empujan el Ford -con el motor apagado- a campo traviesa, haciendo un semicírculo para esquivar el puesto. Jorge Antonio había aceptado el pedido de agregar a Gomis a la fuga, porque tenía buen estado físico para ayudar a empujar el auto durante cuatro km por el medio del campo. En el penal quedan dos resistentes peronistas: Juan Parla y Horacio Irineo Chavez.

El 21 de marzo de 1957, enterado de la fuga, Perón le escribe a Cooke: “Mi querido amigo: Usted podrá imaginar la satisfacción que he tenido con la “piantada” espectacular de ustedes. Realmente “nos saltaron los tapones” cuando recibimos insólitamente la información de que ustedes estaban a salvo en Magallanes.”